lunes, 8 de septiembre de 2008




El Maltrato en la Pareja


Tradicionalmente se ha visto que el maltrato es la acción violenta que ejerce un miembro de la pareja sobre otro. El artículo introduce algunas perspectivas nuevas para su análisis y tratamiento a profesionales y personas interesadas en el tema desde una perspectiva psicológica divulgativa.
En ciertas situaciones especialmente cuando la pareja aún no ha roto es curioso advertir que hay personas que escudándose en que son víctimas piensan que no necesitan tratamiento. El tratamiento es básico para recuperar el equilibrio psicológico y para no trasmitir lo padecido por ejemplo a los hijos.Hay muchos casos de personas no pudiendo hacer frente a una situación injusta se vuelven agresivos con personas más débiles. Un ejemplo es cuando uno ha recibido una bronca en la oficina provoca una al llegar a casa, con la pareja y en algunas ocasiones ésta se enfada con un anciano o niño como contrapartida.La víctima debe conseguir autonomía, además de una visión propia y de su entorno adecuados a la realidad.
También hay que reconducir patrones conductuales inhibidos, es decir dotar de repertorio de conductas hábiles en lo social y eliminar tendencias a culpar como estrategia de poder, o conductas que mantengan o favorezcan la agresividad del cónyuge. Muchas veces ambos reconocen que están mal pero la motivación para un cambio a mejor es muy baja. El maltratador o maltratadora deberá aprender a controlar su ira, a reconocer los derechos de la otra persona y su responsabilidad en el mantenimiento de la pareja, mejorar su repertorio de conductas agresivas o su conducta pasivo-agresiva. El entorno puede ser muy nocivo. La víctima puede sentirse presionada para volver a la anterior situación por el que dirán, o porque se le puede acusar de abandono de hogar, o por miedo a perder la propia vida. Muchas mujeres retiran sus denuncias y hay hombres no denuncian porque temen ser blanco de chanzas. La víctima puede pasar por una segunda victimización cuando denuncia. Es víctima de un proceso legal en la que se la cuestiona cómo responsable o provocadora por los abogados de la defensa del presunto maltratador y lo que es peor se pone en duda su sinceridad y su valía. El proceso requiere la puesta en cuestionamiento de lo que dice o hace el agredido y recordando que previamente ha de pasar por reconocimientos policiales y médicos, a veces con un trato poco empático o respetuoso, por parte del personal que la atiende. El principio de presunción de inocencia, necesario para evitar posibles fraudes y falsas acusaciones, resulta ser un principio que exige una cierta fortaleza de la persona realmente agredida. Este principio permite evitar el encarcelamiento de inocentes pero no da soporte a la víctima cuando el acusado sea culpable y no haya habido un juicio justo. No se debería olvidar que hay delitos de simulación de maltrato que además de una respuesta psicológica requieren una respuesta penal. Puede ser necesario la intervención psicológica de la persona que ha sido injustamente acusada mediante denuncia, presionada con una posible campaña negativa de los medios de comunicación y un posible ajuste de cuenta por parte de los compañeros internos de prisión. Las consecuencias pueden salpicar a la familia del falso culpable y recibir ésta el vacío como respuesta, la estigmatización o la venganza en los casos más graves. El fenómeno del maltrato es muy complejo y requiere un abordaje multidisciplinar en el que prevalezca la prevención e intervención adecuada con tratamientos que reúnan las condiciones éticas. El camino es largo y no todo son margaritas. La sociedad debe evitar que paguen inocentes en todos los sentidos y prevenir la agresividad en cualquiera de sus manifestaciones tanto en generaciones presentes y venideras.
Vega Funes Martínez